Tan importante como el desarrollo
de los aspectos: cognitivo, emocional, social, físico o motor; y sin
confundirnos con éstos dos últimos, se encuentra el desarrollo de la conciencia
corporal.
La conciencia corporal está
referida al “darse cuenta” que los bebés y niños van adquiriendo de las formas,
sensaciones, límites, funciones y movimientos de su cuerpo y lo que ellos
sienten respecto a eso, pues de ahí partirán sus acciones e interacciones.
Debemos mencionar que, primero se
establece el esquema corporal, es decir el bebé va observando las partes de su
cuerpo y las va reconociendo como suyas, reforzado por lo que sus padres y
familiares le van diciendo: “¿dónde está tu mano?” “ay! se golpeó la cabeza”.
Luego va desarrollando la imagen corporal, relacionada con la capacidad de
poder tener una visión mental de las partes y del todo sin necesidad de tenerlo
enfrente, por lo tanto también, de saber la función o ensayar un movimiento. “
Unido a eso se elabora la toma de
conciencia corporal, los niños van aprendiendo que su cuerpo tiene un efecto en
el espacio y en los demás, que si se mueven rápido y no frenan, se golpean; que
si estiran el brazo más allá de un límite, hacen daño al compañero; que si
giran en su lugar muchas veces, se marean; que si aprietan sus dedos sobre su
piel, sienten dolor; que si se quitan los zapatos y caminan sobre el césped
tienen una sensación de frío o calor además de suavidad o aspereza.
El desarrollo de la conciencia
corporal está relacionado y posibilita el desarrollo de todos los demás
aspectos: en lo cognitivo, les proporciona información; en lo físico y en lo
motor, reconocimiento y funcionamiento de las partes de su cuerpo; en lo
emocional, la capacidad de regular sus movimientos; en lo social, los límites
para interactuar en forma apropiada.
Por lo tanto, tomemos en cuenta
este aspecto del desarrollo de nuestros hijos que atraviesa, acompaña y crea
lazos con todos los demás.