La mayoría de padres hemos
escuchado hablar de la importancia de desarrollar una autoestima saludable en
nuestros hijos, pero siempre a nivel general; valorando sus logros, animándolos
a aceptar nuevos desafíos y alcanzar metas, confiando en sus capacidades. Pero,
ahora mencionaremos un tema más específico: la autoestima corporal.
¿A qué nos referimos con autoestima
corporal?
A la valoración que tenemos de
nuestra imagen corporal, es decir a la capacidad de reconocer y aceptar cómo es
nuestro cuerpo y qué puede hacer. Para los niños, jugar es moverse, aprender es
moverse y crecer es moverse; por lo tanto su cuerpo está involucrado en todo lo
que hacen, todo el día. Desde bebés van conociendo parte por parte de su
cuerpo, la función que cumplen y lo que son capaces de hacer: desde agarrar un
vaso con la mano hasta correr. Todo es logro y por lo tanto todo es
satisfacción.
¿Por qué es necesario fomentar esta
autoestima corporal?
Porque si los niños se sienten
seguros con su cuerpo, se animarán a aceptar nuevas tareas, a conocer, a
aprender y llegarán fácilmente a metas, que a su vez les servirán de refuerzo
para que continúen aprendiendo y logrando más cosas. Si decimos a los niños:
“no te subas ahí, no vas a poder” ó “no, mejor yo llevo los cubiertos a la
mesa, porque a ti todo se te cae” ó algo así: “como eres gordita no puedes
correr mucho”, “no tienes que comer mucho, así bajas de peso y te queda ese
vestido que quieres”.
En muchas ocasiones, como adultos,
no nos damos cuenta que todas esas frases que son dichas tan a la ligera, están
marcando la emocionalidad de nuestros hijos. Sentirse corporalmente satisfecho
es parte de la autoestima. Debemos recordar que todos venimos con diferentes
tamaños, colores y formas, que no hay un solo modelo de perfección; a pesar que
a veces cierta parte de la sociedad intente decir lo contrario.