Pero cuando llega, viene un tiempo de adaptación para los
papás y el bebé. La mayoría de los padres optan por tener al bebé en su habitación
y muchas veces en su cama: por la lactancia, por asegurarse si está todo bien
por la noche, porque llora, porque se enfermó; muchas son las razones.
Y, ¿qué pasa cuando todo esto se prolonga?, ¿hasta los
cuántos meses/años debe dormir un bebé o niño con sus padres? ¿Es una decisión
de los padres, de los niños, del pediatra, del psicólogo, de la profesora del
jardín?
Muchas preguntas,
diferentes respuestas
Los niños van aprendiendo, van creciendo, van madurando; por
lo tanto sus necesidades, sus demandas, sus relaciones; van cambiando todo el
tiempo. El bebé que tomaba leche cada dos horas, después de unos meses, toma un
biberón antes de dormir y otro a las tres de la mañana; y luego no se despierta
a no ser que le duela algo o tenga una pesadilla. Entonces, ya no requiere tener
a unos padres supervisando su sueño; al contrario valora a unos padres
confiados que lo sienten tan capaz de sostenerse solo que le dan su propio
espacio y celebra la alegría del encuentro al despertarse por la mañana.
Pero, ¿el hecho que los niños duerman tranquilos en su
habitación, es un proceso natural,
espontáneo y sin esfuerzo? En ocasiones sí, y en otras no. No podemos hablar de
lo que es “normal” y de lo que no; cada historia es particular y única.
Por un lado, están los papás que dicen que sus hijos tenían
asma y que por eso seguían durmiendo con ellos; que les era más fácil conciliar
el sueño, que se despertaban tanto en la noche y era muy incómodo tener que ir
a verlos a su habitación que optaron por mantenerlos en su cuarto.
Por otro lado, tenemos a los papás que al mes tenían al bebé
durmiendo en una cuna, en el cuarto que habían preparado para él, incluso con
la lamparita apagada.
¿Qué marca la diferencia? En la mayoría de las ocasiones: la
decisión de los padres. Y no la decisión de que duerman o no en su habitación,
sino la decisión de tener hijos dependientes y temerosos o hijos autónomos,
sintiéndose seguros de sí mismos en su propio espacio.
Espacios Físicos
crean Espacios Psicológicos
La dinámica de una familia saludable se caracteriza por los
roles que desempeña y por los espacios que ocupa; cada uno sabe qué significa
él para los demás miembros y qué lugar tiene.
La habitación de los padres, es su espacio íntimo: su espacio
de relación. La pareja no deja de ser pareja cuando tiene hijos, por lo tanto;
necesita tener un lugar que lo represente. Los hijos tienen otro espacio, un
cuarto donde pueden jugar, soñar, dormir, crear, un lugar para su mundo
infantil.
Distintas son las historias de las familias en las cuales,
por alguna razón, no se puede tener un espacio físico para cada uno; ahí se
podría hacer algún tipo de adaptación (biombos, divisiones temporales) para que
de igual forma se respete esta organización.
Permitir que los niños
duerman en su cama en su propia habitación, es decirles que confían en ellos,
que los saben capaces de cuidarse, de resolver inconvenientes si se les
presentaran, es respetar su rol en la familia y el lugar que ocupan en sus
vidas.
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