¿A qué nos referimos cuando hablamos de
Apego?
El
concepto de apego se lo debemos a la Etología, la ciencia que estudia el
comportamiento de los animales en libertad o en condiciones controladas. El
apego se refiere a la interacción recíproca que se establece entre dos seres
(generalmente de la misma especie); es la búsqueda de proximidad para afrontar
situaciones de sobrevivencia y amenaza. Esta relación proporciona seguridad y
protección.
Lo
importante en el apego es la proximidad física, el contacto, la satisfacción de
necesidades fisiológicas; todo esto establece la base para que posteriormente
se desarrolle el vínculo. Los seres humanos, como mamíferos que somos, en el
inicio de nuestra vida, tenemos respuestas reflejas ante un ser adulto similar
a nosotros que nos provee, nos sostiene y nos guía. Pero, a diferencia de los
animales vemos involucrados recuerdos, emociones y sentimientos que nos hacen
conscientes de esta relación y aprendemos a responder a ella.
Podemos decir que el desarrollo del apego pasa
por diferentes etapas:
-
El
bebé reconoce primero a los miembros de su misma especie, es decir, diferencian
rostros y voces humanos comparados con objetos o sonidos.
-
Luego,
pueden distinguir rostros y voces familiares (de papá, mamá, abuelos, hermanos)
a comparación de quienes no conocen.
-
A
partir de los 6 meses, ya son más conscientes de quienes son familiares y
quienes desconocidos y pueden tener reacciones de temor ante éstos últimos.
-
Cuando
el niño tiene 12 meses, con el apego ya se ha establecido el vínculo, por lo
que se muestra más independiente, puede alejarse de la figura familiar y
relacionarse con algunos desconocidos de forma más abierta.
Tipos de
Apego:
a. Apego Seguro: Es el que tienen la
mayoría de los niños. Demuestran una actitud dispuesta con desconocidos,
siempre y cuando la figura de apego se encuentre presente, si ella o él se
alejan pueden conducirse temerosos y tranquilizarse cuando la vuelve a ver.
b. Apego Resistente: Son los bebés que
necesitan estar en contacto físico permanente con la figura de apego, si hay un
extraño en la habitación no muestran deseos de socializar y continúan pegados a
ella con actitud temerosa. Si la figura de apego se aleja, cuando ésta vuelve,
ellos evidencian enojo o molestia por el abandono y pueden incluso no aceptar
contacto físico.
c. Apego Evasivo: Los bebés con esta
característica no demuestran mucho malestar cuando son separados de la figura
de apego, pueden relacionarse con extraños pero no diferenciar mucho su actitud
ante ambos.
d. Apego Desorganizado o Desorientado: el
bebé parece no reaccionar o reconocer la figura de apego, puede mantenerse
inmóvil sin responder al contacto o incluso huir mientras esta figura se
aproxima.
En
condiciones naturales, cuando hablamos de la primera figura de apego nos
referimos a la madre, que es quien le provee de alimento, de cuidado, de
contacto físico y se mantiene al lado del bebé durante los primeros meses casi
en forma permanente. Pero también podemos mencionar circunstancias en las que el
papá debe hacerse cargo exclusivamente, o la abuela o una nana por algún motivo
en particular. En estos casos, si esa persona cumple la función en forma
suficientemente adecuada el apego se dará sin problemas.
¿Por qué es
importante el apego en la vida del bebé?
Como
ya hemos mencionado anteriormente, el apego se refiere a la presencia física,
al contacto, a la función de proveer; un bebé que ha comido, que tiene un pañal
limpio, que duerme plácidamente en un lugar cálido, es un bebé que aprende que
el mundo es un lugar seguro y confiable donde puede desarrollarse.
Y
explorará su entorno con curiosidad, con ganas de aprender, sabrá que tiene un
hogar protegido donde volver, se animará a probar sus habilidades, a establecer
relaciones con los demás; tendrá aspiraciones y deseos por cumplir. Esto si en
su primera infancia tuvo la posibilidad de un apego saludable. Pero, como ya
hemos visto en los tipos de apego, no todos lo son.
¿Cómo es un apego saludable?
-
Es
el que sostiene pero no asfixia.
-
El
que le dice: “Aquí estoy yo, pero también hay otras personas confiables que te
quieren”
-
El
que toma de la mano para cruzar la calle, pero también le da una palmadita de
aliento en la espalda cuando quiere trepar un juego del parque y le dice: “tú
puedes”.
-
El
que lo deja caminar libre y si tropieza y se cae, lo deja levantarse solo para
que el niño pueda probarse a sí mismo su fortaleza.
El apego se establece
con la proximidad física y el contacto, la presencia cotidiana da paso al
vínculo seguro.
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